domingo, 1 de abril de 2018

Tengo derecho a experimentar lo mismo que los demás



Estos últimos años he cuestionado muchos aspectos del proceso de rehabilitación de una persona en situación en discapacidad, (no me acomoda ninguna etiqueta respecto a la discapacidad, pero esta es la menos mala), en el caso de las personas con afecciones motoras nos pasamos la vida entera entre traumatólogos, kinesiólogos, neurólogos y fisiatras.Todo esto para poder alcanzar algún grado de autonomía y poder ser una persona “normal”. 
Cuando participas en un proceso de rehabilitación lo fundamental es que puedas ganar la mayor autonomía posible. Hasta ahí todo genial. Pero ¿Qué hay de la vida sexual? ¿Se tocan estos temas en un proceso de rehabilitación? En lo personal, y dado los años que llevé rehabilitándome nunca se conversó sobre el autodescubrimiento, sobre dar y recibir placer de un otro, por mencionar algunos.
Es entendible que para un adolescente en plena pubertad sea complejo abordar temas como estos, básicamente porque para una persona en situación de discapacidad es doblemente difícil transitar hacia la adultez, debido a que  no solo se busca la propia identidad sino también la validación en una sociedad que no deja de etiquetarnos como unos eternos niños. 
Para muchos la sexualidad y la discapacidad es un binomio tabú, pero sépanlo también sentimos deseo, amamos y somos amados, sin importar ni el género ni la condición. 

En 2015 leí una columna en Columbia Spectectator: Sex- ability,que empezaba así: 

“Era un viernes por la mañana temprano cuando recibí la respuesta que temía cuando decidí unirme a OkCupid. Un hombre con el que había estado en una cita estaba escribiendo para decirme que tenía que cancelar nuestros planes para esa noche. Pero eso no fue todo lo que tuvo que decir. "No quiero mentirte", escribió. "Pensé que eras genial, pero tu discapacidad no es algo que pueda manejar en una relación. Lo siento, no quiero hacerte sentir una mierda, pero eres increíblemente inteligente y agradable".”

 En ella  Tania contaba su experiencia en una red social llamado OkCupid. Una sala de chat en la que puedes encontrar gente con la que conversar y quién sabe tener una cita y conocerse en persona. ¿El problema? Tanía omitió algo fundamental en su perfil: tiene hemiparexia espástica, ( en cristiano no es más que la parálisis de un lado del cuerpo y rigidez muscular que te hace caminar como un robot defectuoso), después de interactuar con un chico por meses decidieron conocerse, pero antes de que la cita llegara Tania decidió sincerarse y contarle la verdad, lo que no pareció importarle a su interlocutor hasta el día de la cita: 
"Esta es mi primera cita", le dije. Sigo teniendo ganas de enterrar mi cara entre mis manos cuando pienso en ese momento. Debo haber parecido inexperta, ingenua y desesperada. Pero esto no era una confesión sino una afirmación. Al revelar mmiradas no tan sutiles, la mirada desconcertada de un vendedor ambulante, la leve impresión de una pareja de ancianos: su condición de persona sana se vio amenazada cuando caminábamos cogidos de la mano. ¿Cómo podría escapar de mi atención? Recuerdo que lo miré, viendo que estaba mirando al frente. Se estaba enfocando en la incomodidad de estar relacionado conmigo románticamente. Caminar conmigo también lo convirtió en un objeto de lástima”

¿Dónde tienen su origen esas ideas preconcebidas? De una sociedad que se escuda en una religiosidad para intentar entender algo que escapa de la normalidad con frases como: “es un angelito”, “es un milagro”, “es un ser inocente” muchas de estas frases han sido el sustento de políticas de rehabilitación incompletas, alejadas de la realidad. Si bien en algunos casos se acompaña de terapia psicológica, esta parece ser insuficiente puesto que no se generan los espacios de confianza suficientes para abordar el desarrollo sexual y afectivo del paciente. 

Una persona en situación de discapacidad debe buscar mecanismos de compensación y estrategias que le ayuden en su vida diaria: desplazamiento, trabajo, vida social, etc. En el caso de la sexualidad no debe ser distinto, y aquí me remito a los casos en que la funcionalidad del paciente le permite cierto grado de autonomía, aunque en el caso de los pacientes con discapacidad motora severa tetraplejia, por ejemplo existe una modalidad de asistencia o acompañamiento sexual.  

En el caso de los primeros debiese darse una instancia en el proceso de rehabilitación que integre tanto a fisioterapeutas, psicólogos especialistas en sexualidad y pacientes  en los que se abordan temas como el autodescubrimiento, la sexualidad en la pareja,  independiente de la orientación sexual del paciente. Porque a fin de cuentas todos tenemos derecho a desear y sentirnos deseados. 

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