domingo, 8 de abril de 2018



T.A.G 
"Conociendonos"





Podrán preguntarse: ¿cuántas veces revisé este texto antes de publicarlo? (a pesar que lo escribí hace mucho tiempo, pero hoy sale a la luz para este proyecto) Porque ni yo misma lo recuerdo.  Eso es tal cual lo que hago antes de salir de casa, reviso mi bolso unas cinco veces para saber si llevo las llaves (lo mismo hago de vuelta, una cuadra antes de llegar) o si apagué el gas, y aunque lo haya hecho, siempre; pero siempre tengo la sensación de que cuando vuelva estarán los bomberos por mi descuido.

Soy Karo, tengo 36 años un hijo pequeño, vivo en Viña del Mar, estudio, trabajo, escribo y tengo ansiedad generalizada. ¿Qué mierda tiene que ver eso, se estarán preguntando? Pues TODO. Absolutamente TODO

T.A.G: (No es el aparato usado pasar por los pórticos de las autopistas en el Gran Santiago) simplemente es “Trastorno de Ansiedad Generalizada”. Lo cual, me hace sentir como un ser del futuro y no es que sea vidente. Es solo que necesito tener el control absoluto de todo lo que pasa o pueda pasar. (Y de lo que no también).

Hace aproximadamente 8 años celebrando el cumpleaños de mi Papá. Al terminar la cena sentí como si el mundo me hubiese caído encima, específicamente en el pecho y no podía respirar, caí al suelo (aún me avergüenza recordarlo), la gente se reunió a mi alrededor e intentaban darme oxigeno, hasta una ambulancia llegó. Al llegar a la clínica todos mis signos vitales eran estables, ¡TODOS! y de mi supuesto infarto y camino hacia la luz no habían rastros, fue ahí cuando el médico me recomendó ir a un Psiquiatra. “Esto es muy normal, se llama crisis de pánico” me dijo,  y a mí lo único que me daba pánico en ese entonces eran los temblores  y no ser una buena madre.

Ahí comenzó mi aventura con la vida, con mi mente, con mi cuerpo y con la gente, con las aglomeraciones, con el estrés. Tuve que aprender a conocer a esta nueva “yo”, porque aunque no lo crean, no es un tema fácil, ni es tan sencillo como la gente “normal” lo piensa o lo cree: “Tienes que poner de tu parte” “No le hagas caso a tu mente” “De eso no te vas a morir”, etc,   y miles de etc… más. Que finalmente se opta por no contarlo porque aunque la gente no quiera decirlo terminas siendo “la loca”, “la ridícula” o “la hipocondriaca”.

Pasé por la negación y hacer diariamente un mantra que nunca me resultó “No, esto no me puede pasar a mí” hice caso al médico y mi familia, entonces comencé a tomar la medicación tradicional, pero después de un tiempo sentí que me estaba haciendo presa de las pastillas y busqué ayuda alternativa, me hice maestra de Reiki, fuí a clases de Yoga, tomé Flores de Bach, hice un curso de Hopoonopono, de alineamiento de Chakras, Taller de Ángeles, de Piedras energéticas, solo me faltó una cita con el Dalai Lama y perderme en el Tibet. Y debo reconocer que acercarme la medicina alternativa me ayudó a conectarme conmigo misma, me ayudó a conocer mi oscuridad, a enfrentarme a ella con uñas y dientes. Pero, finalmente y como dice el dicho “si no puedes contra ellos, úneteles” pues yo invité a mi oscuridad a pasar, la obligué a sentarse a mi lado y le serví un té.

Desde aquel día vivimos las tres juntas: mi luz, mi oscuridad y yo, a veces me siento y observo cómo se pinponean. Hay veces que anhelo volver a ser “Normal” pero en el fondo de mi corazón siento que esta nueva yo, me gusta mucho más, y no es que me sienta “especial” porque absolutamente no lo soy; pero sí creo que he sido capaz de ver el lado amable de este trastorno. No puedo negar que hay veces que la he odiado con toda mi alma, (sobre todo cuando se pone contra mí y me vuelve invalidante, o cuando se empecina en hacerme querer desaparecer del mapa). Pero en el fondo le tengo cariño, me ha enseñado a ser cauta, a desarrollar mi sexto sentido, me ha dejado amistades verdaderas de esas que  no necesito explicar lo que me angustia, tan solo vienen y me abrazan (aunque no me guste).  Me ha dejado tantas experiencias y chascarros que podría escribir un libro de memes, he aprendido a reírme de mi misma, sé de respiración consciente y a cantar algún que otro “Mantra”.

Siento que esta nueva “yo” con la antigua, son la mezcla perfecta de lo que he intentado construir durante estos años. Soy tal cual, sin caretas, no soy de grises ni de medias tintas, aprendí a decir “NO” como por ejemplo:

“No quiero”, “no me gusta”, “no me interesa” y todo sin culpas.

Renuncié a 12 años de trabajo gracias a un hombre con cero empatía con mi situación, el cual que me hizo la vida a cuadritos y llevó mi ansiedad a un nivel  inexplorado, en donde sopesé si ser asesina era mejor que ser ansiosa, y opté por la opción número dos. Pero que por otro lado le agradezco, ya que sin su empujoncito aún estaría encerrada en una oficina 8 horas diarias. El día que puse un pie fuera de la empresa, comprendí que el hacer lo que quería sin obstáculos, era el primer paso para mejorar mi salud y mi entorno, hoy me da lo mismo gritar a los cuatro vientos que soy ansiosa, que me dan crisis de pánico y que tengo déficit atencional. No es precisamente mi carta de presentación pero ya no me avergüenza. Claro está, que no todo es color de rosa y aún hay días duros y complejos, pero ya no es tan negro como antes.

Seguiré revisando mi bolso quinientas mil veces, me levantaré de noche 2 o 3 veces para asegurarme que mi hijo respira como corresponde, seguiré imaginando que cuando llego a casa están los bomberos por haber dejado la plancha enchufada o el calefont encendido, seguirá dándome susto salir a poner llave a la reja por la noche. Seguiré tomando mis medicamentos, no volveré a ir a un psicólogo, tampoco a un psiquiatra, (mi neuróloga es la cumbia) seguiré riéndome de mi misma por mis T.O.C. o manías absurdas.  Y cada vez que me ocurra un nuevo chascarro lo escribiré (en mi libreta diaria, nunca tan expuesta, ya con este pequeño relato me siento desnuda) quiero seguir descubriendo mi mente loca, traicionera, ansiosa, soñadora, divertida, angustiosa, hilarante, aprehensiva… quiero seguir conociéndome, y enseñarles que una ansiosa no solo lleva un trastorno a cuestas, sino que perfectamente puede ser un prospecto de Gokú con un KI por descubrir.



Karo Leiva Arriaza. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuando congelamos el tiempo por amor a otros y nos olvidamos de nuestra propia existencia

A veces sin querer caemos en el juego de las apariencias donde queremos simular una realidad perfecta, inocua e incluso me atrevería a d...