T.A.G
"Conociendonos"
"Conociendonos"
Podrán preguntarse: ¿cuántas veces revisé este texto antes de publicarlo?
(a pesar que lo escribí hace mucho tiempo, pero hoy sale a la luz para este
proyecto) Porque ni yo misma lo recuerdo.
Eso es tal cual lo que hago antes de salir de casa, reviso mi bolso unas
cinco veces para saber si llevo las llaves (lo mismo hago de vuelta, una cuadra
antes de llegar) o si apagué el gas, y aunque lo haya hecho, siempre; pero
siempre tengo la sensación de que cuando vuelva estarán los bomberos por mi
descuido.
Soy Karo, tengo 36 años un hijo pequeño, vivo en Viña del Mar, estudio,
trabajo, escribo y tengo ansiedad generalizada. ¿Qué mierda tiene que ver eso,
se estarán preguntando? Pues TODO. Absolutamente TODO
T.A.G: (No es el aparato usado pasar por los pórticos de las autopistas
en el Gran Santiago) simplemente es “Trastorno de Ansiedad Generalizada”. Lo
cual, me hace sentir como un ser del futuro y no es que sea vidente. Es solo
que necesito tener el control absoluto de todo lo que pasa o pueda pasar. (Y de
lo que no también).
Hace aproximadamente 8 años celebrando el cumpleaños de mi Papá. Al
terminar la cena sentí como si el mundo me hubiese caído encima, específicamente
en el pecho y no podía respirar, caí al suelo (aún me avergüenza recordarlo),
la gente se reunió a mi alrededor e intentaban darme oxigeno, hasta una
ambulancia llegó. Al llegar a la clínica todos mis signos vitales eran
estables, ¡TODOS! y de mi supuesto infarto y camino hacia la luz no habían
rastros, fue ahí cuando el médico me recomendó ir a un Psiquiatra. “Esto es muy normal, se llama crisis de
pánico” me dijo, y a mí lo único que me daba pánico en ese
entonces eran los temblores y no ser una
buena madre.
Ahí comenzó mi aventura con la vida, con mi mente, con mi cuerpo y con
la gente, con las aglomeraciones, con el estrés. Tuve que aprender a conocer a
esta nueva “yo”, porque aunque no lo crean, no es un tema fácil, ni es tan
sencillo como la gente “normal” lo
piensa o lo cree: “Tienes que poner de tu
parte” “No le hagas caso a tu mente” “De eso no te vas a morir”, etc, y miles de etc… más. Que finalmente se opta
por no contarlo porque aunque la gente no quiera decirlo terminas siendo “la
loca”, “la ridícula” o “la hipocondriaca”.
Pasé por la negación y hacer diariamente un mantra que nunca me resultó
“No, esto no me puede pasar a mí” hice caso al médico y mi familia, entonces
comencé a tomar la medicación tradicional, pero después de un tiempo sentí que
me estaba haciendo presa de las pastillas y busqué ayuda alternativa, me hice
maestra de Reiki, fuí a clases de Yoga, tomé Flores de Bach, hice un curso de Hopoonopono, de alineamiento
de Chakras, Taller de Ángeles, de Piedras
energéticas, solo me faltó una cita con el Dalai Lama y perderme en el
Tibet. Y debo reconocer que acercarme la medicina alternativa me ayudó a
conectarme conmigo misma, me ayudó a conocer mi oscuridad, a enfrentarme a ella
con uñas y dientes. Pero, finalmente y como dice el dicho “si no puedes contra ellos, úneteles” pues yo invité a mi oscuridad
a pasar, la obligué a sentarse a mi lado y le serví un té.
Desde aquel día vivimos las tres juntas: mi luz, mi oscuridad y yo, a
veces me siento y observo cómo se pinponean. Hay veces que anhelo volver a ser “Normal” pero en el fondo de mi corazón
siento que esta nueva yo, me gusta mucho más, y no es que me sienta “especial” porque absolutamente no lo
soy; pero sí creo que he sido capaz de ver el lado amable de este trastorno. No puedo negar que hay veces que la he odiado con toda mi alma, (sobre
todo cuando se pone contra mí y me vuelve invalidante, o cuando se empecina en
hacerme querer desaparecer del mapa). Pero en el fondo le tengo cariño, me ha
enseñado a ser cauta, a desarrollar mi sexto sentido, me ha dejado amistades
verdaderas de esas que no necesito
explicar lo que me angustia, tan solo vienen y me abrazan (aunque no me guste).
Me ha dejado tantas experiencias y
chascarros que podría escribir un libro de memes, he aprendido a reírme de mi
misma, sé de respiración consciente y a cantar algún que otro “Mantra”.
Siento que esta nueva “yo” con la antigua, son la mezcla perfecta de lo
que he intentado construir durante estos años. Soy tal cual, sin caretas, no
soy de grises ni de medias tintas, aprendí a decir “NO” como por ejemplo:
“No quiero”, “no me gusta”, “no me interesa” y todo sin culpas.
Renuncié a 12 años de trabajo gracias a un hombre con cero empatía con
mi situación, el cual que me hizo la vida a cuadritos y llevó mi ansiedad a un
nivel inexplorado, en donde sopesé si
ser asesina era mejor que ser ansiosa, y opté por la opción número dos. Pero
que por otro lado le agradezco, ya que sin su empujoncito aún estaría encerrada
en una oficina 8 horas diarias. El día que puse un pie fuera de la empresa, comprendí que el hacer lo
que quería sin obstáculos, era el primer paso para mejorar mi salud y mi
entorno, hoy me da lo mismo gritar a los cuatro vientos que soy ansiosa, que me
dan crisis de pánico y que tengo déficit atencional. No es precisamente mi
carta de presentación pero ya no me avergüenza. Claro está, que no todo es
color de rosa y aún hay días duros y complejos, pero ya no es tan negro como
antes.
Seguiré revisando mi bolso quinientas mil veces, me levantaré de noche 2
o 3 veces para asegurarme que mi hijo respira como corresponde, seguiré
imaginando que cuando llego a casa están los bomberos por haber dejado la
plancha enchufada o el calefont
encendido, seguirá dándome susto salir a poner llave a la reja por la noche. Seguiré
tomando mis medicamentos, no volveré a ir a un psicólogo, tampoco a un
psiquiatra, (mi neuróloga es la cumbia) seguiré riéndome de mi misma por mis T.O.C.
o manías absurdas. Y cada vez que me
ocurra un nuevo chascarro lo escribiré (en mi libreta diaria, nunca tan
expuesta, ya con este pequeño relato me siento desnuda) quiero seguir descubriendo
mi mente loca, traicionera, ansiosa, soñadora, divertida, angustiosa,
hilarante, aprehensiva… quiero seguir conociéndome, y enseñarles que una
ansiosa no solo lleva un trastorno a cuestas, sino que perfectamente puede ser
un prospecto de Gokú con un KI por descubrir.
Karo Leiva Arriaza.
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