lunes, 30 de julio de 2018

Lo que hice mientras dormías



No todos lo saben. Es más, creo que es primera vez que lo comparto (y ruego no ser la única para no quedar de loca). En fin... creo que todos hemos experimentado "insomnio". Lo que no estoy tan segura es si todos hacen lo mismo que yo durante esas horas en las que no sabes qué hacer.

Algunas pensarán: "Pues que aproveche de leer o de escribir". No, eso no sucede porque misteriosamente mis pensamientos se van para otro lado. Durante esas horas de "hacer nada", en realidad "hago mucho": Planeo mis Outfit de aquí a la eternindad, hago tableros de Pinterest con ropa que usaré en mi viaje a Buenos Aires. Reviso a cómo está el cambio de dólares y pesos argentinos. Reviso lugares hermosos que quiero visitar. Planeo conversaciones que nunca llevaré a cabo. Veo videos y escucho las más insólitas canciones. Reviso perfiles de IG que me parecen atractivos. Busco ideas de decoración. Planeo remodelar mi habitación... y así hasta que me dan las 7:00 am sin dormir y con un montón de cosas que estoy segura no haré ni compraré.

¿Les ha pasado? Díganme que sí. Porque estos últimos días me hice seguidora de un montón de tiendas de ropa, de decoración, de grupos musicales que en lo cotideano ni siquiera me detendría a escuchar y hasta me aprendí mentalmente un par de coreografías de un instructor de Zumba que sube videos en Youtube.
¡Y me vi hasta la repetición de un par de programas de farándula que durante el día juro que no me interesan!
En fin... resumiendo, mientras ustedes duermen, mi "otro yo" vaga por las redes buscando tutoriales de maquillaje, de cocina, de ejercicios (ja, ja, ja). Y, durante el día, no me maquillo, se me quema la comida y el único ejercicio que hago son dos abdominales: Uno cuando me levanto y otro cuando me acuesto.

¡Que tengan una hermosa semana! 

martes, 24 de julio de 2018

Mejores Amigas






La vida no se trata simplemente de recorrerla como una carretera en un vehículo a toda velocidad. Siempre hay algo que te hace detener y observar los pequeños detalles de esa carretera, el viento, el paisaje o simplemente una sonrisa. ¿Amor? Puede ser… ¿Maternidad? Absolutamente… pero, ¿Qué hay de las mejores amigas a lo largo de nuestra vida? 
Aquellas pequeñas hadas que nos acompañan en cada momento de nuestras vidas, con las que reímos hasta más no poder, aquellas que saben hasta nuestros más oscuros secretos, esas que nos regalan su hombro manos y cabello para llorar, esas cejas juntas que nos llaman la atención cuando nos cuesta entrar en razón, aquellas que nos dicen ¡No! Y también ¡Sí!, con quienes no necesitamos hablar, tan solo necesitamos una mirada, quien no te juzga ni te regaña porque no hablemos todos los días… y lo más importante… que siempre pero siempre están ahí.
¿Podemos tener varias “mejores amigas” a lo largo de nuestra vida?, yo creo que sí, y cada una de ellas, para mí, han formado la persona que soy hoy en día.

Comenzando el camino en mi carretera, cuando iba en primero o segundo básico conocí a quién se ha convertido en mi otra mitad, una amiga incondicional en todo aspecto de nuestra relación, la adolescencia la pasamos como siamesas, nos ilusionamos, lloramos, y nos mega ultra reímos juntas. Pero, de pronto nos cayó la vida encima y a pesar que somos madres, esposas y etc… aún nos vemos y la sigo considerando mi hermana del alma. Incluso nuestros hijos cumplen años el mismo día XD.

Cuando iba por esa carretera, esa nueva y expectante, esa carretera que se comienza cuando sales de casa a vivir tu propia vida, me detuve una vez más encontrándome con una pequeña hada envuelta en papel higiénico disfrazada de momia, (jajajaja) de eso han pasado 15 años, y contando… compartimos experiencias, dolores, y nuevamente muchísimas risas, buena música y anécdotas para escribir un libro. Conocimos juntas el comienzo de una carretera que nos esperaba un poco más maduras. Este año al fin fui testigo (literalmente) de unos de sus más grandes sueños. Y espero sigamos cumpliendo muchos más juntas.

En unos de los giros de esta larga carretera, pasaba por una de esas curvas hermosas, en donde ya había conocido al amor más puro que una mujer puede conocer, como lo es un hijo. En esta carretera me encontraba detenida, organizando mi nueva vida como madre y reencontrándome con mí cuidad, ya que había vuelto a mi nido después de haber volado por casi 9 años sola. Volvía con compañero y bebe abordo. Fue cuando la vida me detuvo una vez más en esta carretera, conociendo a mi nueva hada desde el más puro dolor, encontrándola en uno de sus peores momentos. Sin saberlo me involucré en su vida y ella en la mía, como si nos hubiésemos conocido desde antes, desde hacía tanto antes que ninguna fue consciente y hoy después de casi 10 años sabemos y reconocemos ese lazo tan fuerte que nos unió y que nos une  y unirá.

La carretera me ha llevado por varios caminos, algunos han sido alamedas, otros pequeños pasajes, donde entras y sales rápido, como también he tenido que devolverme cuando he entrado a pasajes sin salida, pero sin importar el rumbo que tome, sé que ahí estarán mis hermanas del alma, para empujarme, sostenerme, o caer conmigo. Así son las amigas, aquellas pequeñas hadas disfrazadas algunas de momias, superhéroes o lo que sea, nos pondrán el hombro, las manos, la sonrisa o nos zamarrearán. Como también siempre estaré ahí para ellas. Siempre estarán las sonrisas, los cariños, la preocupación, la admiración y el amor infinito.

Hoy por hoy recorro una carretera difícil, con poco tiempo para todo lo que me gusta hacer, porque la vida es así, sin embargo, me he detenido y me he encontrado con dos hadas maravillosas, desprendidas de conocimiento, compartiendo sin pedir nada a cambio, escuchando, sosteniendo, apoyando.

En este camino siempre hay personas en la orilla del camino, a quienes vas observando cómo se hacen chiquititas a través del espejo retrovisor, pero que sin duda van dejando huellas, para bien o para mal, pero que debían estar ¿aprender? Quizás…

Las amigas son esa otra parte de nosotras mismas, esa parte que nos hace ser auténticas, esa otra parte que nos hace ser valientes, la amistad nos convierte en guerreras, en monstruos asesinos también cuando nos tocan una de las nuestras… las amigas, esas mejores amigas son las que nos hacen que la vida no sea tan dura.

Para las amigas siempre debe existir un momento para detenernos a observar los detalles de este camino junto a un cafecito y un trozo de torta. O si el tiempo apremia siempre podemos pasar por un abrazo en donde estén. ¡Las adoro! Gracias por habernos reencontrado, para ellas, mis mejores amigas. 

¿Y tú?…. ¿Has ido coleccionando mejores amigas a lo largo de tu carretera?

martes, 10 de julio de 2018

El valor del trabajo


Estoy ante una hoja en blanco, con el cursor esperando a que empiece a teclear. Y ahí estoy, con la mirada perdida, preguntándome, «¿qué diablos escribiré?»…
¿Irónico, no? Siendo una escritora, debería tener el don de la palabra. Pero bueno, no solo soy escritora, también soy el corazón de una pequeña editorial que soñó, durante tres años, en democratizar un poco el proceso de sacar un libro en papel, que el dinero no fuera un impedimento, para permitir que el talento y la ilusión fuera tangible.
Pero los sueños terminan.
Y este terminó, desperté.
Regalé  tres años de trabajo, de conocimientos, de investigación, de gestión, de estudio, de tiempo. Recibí gratitud, experiencia, amigas, reputación y preciosos momentos.
Pero llega un momento en que ya no puedes regalar o cobrar una comisión irrisoria, casi simbólica. Sobre todo, cuando asumen que lo vas a hacer, que este trabajo es fácil y sencillo; y no lo es, nunca lo ha sido. Aunque lo haga mil veces, nunca es fácil.
Y llega un momento en que lo único que recibes son dolores de cabeza, malos ratos y un constante ruido mental que te grita «¿por esto estoy trabajando?, ¿vale la pena quitarle horas a mi familia para esto?». Porque en el estricto rigor es eso, un trabajo.
Hoy saqué el cálculo de cuánto cuesta, en dinero, mi trabajo que, en términos generales consiste en dar servicios editoriales: diseñar una portada, diagramar, inscribirlo en la cámara chilena, gestionar con la imprenta, gestionar un lanzamiento, hacer señaladores, booktrailers, enviar a corrección, asesorar, promover, aconsejar y un largo etcétera…
El resultado final es escalofriante. Hacer un libro en papel con toda la parafernalia posible es prohibitivo, y ni siquiera abarco el tema de distribución a librerías —y eso, es harina de otro costal—. Ahí es cuando entiendo el porqué una editorial tradicional solo le da el 8% o 10% al autor, de otro modo, no es negocio.
Hoy le tomé el real peso de lo que he hecho. Puse en la balanza todo lo que me ha costado, todo lo que he recibido.
Nunca quise que esto fuera un negocio, ¡somos independientes! Nos cuesta sangre sudor y lágrimas estar en esto, y no depender de la varita mágica que nos llevará a una editorial gigante para convertirnos en best seller. Nosotros  tomamos esa misma varita, estudiamos hechicería, practicamos infinidad de veces hasta perfeccionarnos y hacemos magia. Quería que el lector ganara, que el autor ganara, que tuviéramos un producto de calidad profesional, que fuera un dar y recibir desinteresado, que el libro llegara a todos a un precio accesible. Ese era mi sueño, pero, en la cruda realidad hay una delgada línea que no debe traspasarse, pero sucedió… y aprendí, a porrazos, que no todos piensan, sienten, actúan, ni tienen los mismos valores que yo. Y es triste, muy, muy triste, porque me he llegado a cuestionar si seguir en esto o no, y llegué a una conclusión que no quería ver ni asumir. Pero ahí está, gigante, escrita con letras mayúsculas de color rojo y en neón… Y ya no puedo seguir evadiendo la realidad, y decidí.
No saben cuánto lo siento en el alma, pero las reglas cambiaron. Entregaré lo mejor de mí, de eso que no quepa duda, pero primero, valoraré este trabajo, es como debe ser.
Pero, siempre hay un pero, existe un puñado de personas, que merecen que los siga apoyando, por diversas razones. Pero la principal, es que tienen el mismo sueño que yo, y que valoran, de verdad, mi trabajo. Por esas personas valiosas, que aportan, que son valientes e íntegras, he decidido continuar en este camino, para descubrir hasta donde se puede llegar. Porque no quiero que paguen justos por pecadores y porque una parte de mí sigue soñando, a pesar de la realidad.

domingo, 1 de julio de 2018

Perfeccionismo, me arruinas la vida

"Lo más importante, siempre debes tener fe en ti mismo"


“Con tu deber no más estás cumpliendo” esta frase ha salido de la boca de mi papá cada vez que le mostraba una buena nota, alcanzaba un logro o simplemente hacía algo que para mí era muy difícil. En este contexto nace mi permanente afán perfeccionista que a veces me gusta tildar como un mecanismo de compensación, por mi falta de “normalidad”. 
 Pero ¿Por qué quiero ser perfeccionista? Y Freud en este instante se ríe de mí porque la respuesta es: para agradar a los demás y pueda formar parte de su grupo, que patético ¿verdad? Sudas sangre para lograr lo que quieres, y al final cuando lo haces en el fondo sabes que no es por ti que lo haces sino, para lograr que los demás te acepten.
Mientras escribo pienso en las estupideces que he hecho para lograrlo.

1.    Para ser la amiga perfecta: hacía todo lo que me pedían era como un perrito faldero detrás de su dueña. Incluso regalé cosas valiosas para mí a alguien que a fin de cuentas no lo merecía.
2.    Para ser la hija perfecta: ayudaba en casa y luego daba informes detallados de todo lo que hacía solamente para recibir un gracias hija.
3.    Para ser la alumna perfecta: no salía a recreo si no había terminado la tarea de la clase (la mayoría de la gente pensaba, que era por tenacidad) pero no, simplemente era para recibir un refuerzo positivo como el perrito de Pavlov y la campanilla.

Si a eso le sumo el pánico que me producía equivocarse o fallar en algo, todo se transforma en un martini seco de pura culpa coronado por latigazos que me propinaba mentalmente con palabras subrayando lo torpe y poco avezada que era.
Ay, la culpa ese amargo elixir que nos gusta beber cuando hacemos algo más que nos vuelve víctimas de nuestras circunstancias, en lugar de asumir la responsabilidad por nuestros actos y hacernos cargo de las consecuencias,

Es complicado intentar de ser perfeccionista y hacer las cosas solo por el gusto y el placer de hacerlas sin la presión de ser el mejor. Eso le quita un alto porcentaje de presión a tu espalda porque a veces, y seamos sinceros, eres la competencia de Sísifo empujando la piedra por la cuesta, solo que en tu caso prefieres llevarla en tu mochila donde además cargas el mundo, ese que crees debes controlar.

Pero un buen día te cansas de todo lo que haces y decides por fin, que lo importante no es lo que los demás piensen o digan sobre lo que haces, Aquí lo que de verdad importa eres tú. Porque a fin de cuentas la única persona que va a estar contigo hasta el día de tu muerte es la misma que aparece cuando te pones frente al espejo.


Haz lo que quieras dando lo mejor de ti, pero sin olvidar que debes disfrutarlo sin torturarte. Vive sin pensar en nadie más que en ti, buscando la propia satisfacción y el orgullo de la meta lograda. Porque si te equivocas aprendes, si te caes te levantas pero lo más importante es que el mundo no se acabará si fallas, ni nadie dejará de quererte.

Cuando congelamos el tiempo por amor a otros y nos olvidamos de nuestra propia existencia

A veces sin querer caemos en el juego de las apariencias donde queremos simular una realidad perfecta, inocua e incluso me atrevería a d...