lunes, 4 de junio de 2018

Planeándo (me) la vida


Cuando eres una niña te preguntan ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Y tú con una sonrisa y ojitos brillantes respondes: veterinaria, doctora, profesora o lo que más te entretenga.
Cuando eres chico, poco esperan de ti y tienes una libertad que no eres capaz de valorar sino hasta con el paso del tiempo. Básicamente, tu vida se divide en 2 mundos en los que te mueves constantemente: casa y colegio. Es aquí donde comienzan los planes acerca de tu futuro y lo que comenzó siendo un sueño de la tierna infancia se transforma en una meta que debes  alcanzar.
Pasas catorce años de tu vida preparándote para dar una prueba que supuestamente te valida como apto para entrar a una institución que te formará para ser un profesional, que en el mejor de los casos será lo que quisiste estudiar. De no ser así tendrás que conformarte con lo que te alcanzó.
Y así ese sueño de vivir solo a los 18 años se diluye, porque el castillo de naipes que construiste o construyeron para ti se va derrumbando carta a carta con un simple soplido.
¿Qué es lo que se espera de mí? Si eres mujer, fácil:

  1. Estudies.
  2. Trabajes.
  3. Conozcas a alguien ( ojalá siguiendo la heteronorma) seas una niña bien con la cual casarse y tengas la capacidad de transformarte en una Jesica Rabitt que satisfaga a su pareja ( un hombre que siempre tiene ganas de sexo.)
  4. Te cases
  5. Tengas hijos y los cries dejando de lado tu trabajo

Ah,  pero eso no es todo cada uno de estos estadios tiene una edad correspondiente para llevarla a cabo; estudiar desde los 4 a los 18  años para luego volver a estudiar de los 19 a los 24 años ( sin reprobar ni una sola asignatura y ojalá graduarte con distinción), Trabajar unos 5 años más, conocer a ese alguien especial y casarte para tener hijos lo más pronto posible porque el reloj biológico no perdona a nadie y si ya pasaste de los 35 sonaste, pasó la vieja.

¿Dónde me preguntaron si quería ser feliz y vivir la vida más que sobrevivirla?

Cuando una sociedad espera que seas un modelo de persona más que un ser humano, el foco está puesto en la competencia como medio para triunfar más que aprender de mis errores y crecer ese hábitat se transforma en el caldo de cultivo para prejuicios, juicios y condenas a todo aquello que no responda a la norma ya sea por opción u obligación.

Al menos yo, soy todo aquello que no debería ser y ya casi a mis 32, sin haber tenido pareja ( donde mis parientes me miran con lástima, pues creen que me quedé para vestir santos, eso en el mejor de los casos, porque  quizás más de uno piensa que soy lesbiana.) haber estudiado algo que me va a garantizar el hambre más que una seguridad económica. Ah, no hablemos de tener hijos porque como conté en el punto anterior no tengo con quien y mi relojito se está pasando.

Hace años la vida me enseñó a no planear mucho las cosas porque me pasé la vida planeando lo que quería hacer, pero el destino me tiró el ego al suelo y me demostró que a veces tienes que caer para volver a la esencia. Hoy aprendí a vivir el día a día, a no tener expectativas porque así no te desilusionas: la vida es como es, no como quieres que sea.
Para el mundo tal vez no soy lo que esperan, pero para mí soy mucho mejor de lo que soñé alguna vez, soy agradecida y feliz de disfrutar la vida, de haber llorado y reído, de haber aprendido y seguir haciéndolo. Porque el día que sepas todas las respuestas viene el universo y te cambia todas las preguntas y ahí sabrás si todo eran quimeras o si puedes volver a construirte con lo que eres y tienes.



“La felicidad aparece cuando olvidas los espacios y vives sin pensar en los tiempos.” Albert Espinosa. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuando congelamos el tiempo por amor a otros y nos olvidamos de nuestra propia existencia

A veces sin querer caemos en el juego de las apariencias donde queremos simular una realidad perfecta, inocua e incluso me atrevería a d...