Las mejores experiencias de la
vida son esos pequeños regalos de tu cerebro que se vuelven realidad. Lo malo
es que nadie te cuenta lo que pasa entre el dicho y el hecho: el lado
sarcástico de tu cerebro: las expectativas ¿Por qué es así? Básicamente, porque
a la mayoría de nosotros nos acompaña una amiga que a veces te hincha los
ovarios: La ansiedad.
En otro post les conté sobre los
planes que uno hace en la vida, pues con ellos se va entretejiendo, una
necesidad de acelerar el reloj, de que todo salga “bien”. Ese espacio entre el
hoy y el mañana se vuelve una lucha constante con tu mente que va a una
velocidad que hasta Flash envidiaría: imaginando los posibles escenarios ante
la concreción de ese plan o proyecto.
Si eres fan de la astrología ruegas
a Mía Astral te mande la respuesta que esperas, pides que por nada del mundo
Mercurio esté retrógrado y esperas con todo tu corazón que Venus se sienta
cómodo en tu carta, porque si no nos vamos al carajo.
Si eres de esas personas
perfeccionistas/controladoras planificas con 6 meses de antelación, si es un
viaje: revisas el hotel, si quieres visitar los imperdibles de tu destino ves
las rutas desde tu hotel al lugar de preferencia no una, sino unas cien veces,
lo apuntas en una libretita para estar segura, revisas a diario la página del
Banco Central para ver como fluctúa el cambio de moneda, no vaya a ser que
tengamos que usar la línea de crédito de la tarjeta. Revisas al menos una vez
por semana el estado de tu reserva, solo por nombrar algunos.
Si a esto le sumamos que tu
cabecita muchas veces te hace soñar despierto y dormido sobre lo que puede
pasar, no te extrañes que tu dieta se vuelva tilo céntrica, porque tus nervios
no dan más. El peligro: Sobrevivir a la experiencia del sueño cumplido,
padecerlo en lugar de disfrutarlo y experimentar cada segundo, porque el tiempo
no vuelve.
Si llegaste hasta aquí estarás
pensando: “Claro, es muy fácil decirlo ¿Cómo se hace eso? No soy ningún Depak
Chopra para dar una receta universal, pero espero que estos puntos te sirvan:
1. Planificar
lo justo sin agobiarse: ¿Cómo? Generalmente las cosas llegan por etapas es
decir, si viajar es la quinta etapa del proceso antes vienen 4 etapas, planifica
cada una según cercanía o prontitud, porque si no te sentirás como el coyote
cuando siente el yunque venir.
2. No
le des manija a tu mente por los posibles escenarios que vivirás ya sean malos
o buenos en cualquiera de los dos casos no te dejarán disfrutar de la
experiencia. Haz algo relacionado con el arte, cualquier expresión artística te
ayuda a canalizar emociones. Tranquila, no necesitas ser Dalí, Mozart o Walt
Withman. Con que tomes una hoja y pintes o dibujes es suficiente.
3. Cuando
llegue ese hoy que esperas solo vive cada minuto sin esperar nada, disfruta y
deja que la vida te sorprenda así, te ahorrarás las tan amargas decepciones.
Es así como la canción favorita de tu infancia: Hakuna Matata se vuelve un mantra pero a
diferencia de Timón, Pumba y Simba todavía tenemos los pies en el suelo porque
sabemos que mientras más avanzas más cerca estás de materializar aquello que
alguna vez creíste imposible.